Chase fue amado en profundidad, exageradamente, hasta el extremo... cada minuto, cada día. Aunque algunos verán su historia como una tragedia unida al abandono, el dolor y la muerte, nosotros sabemos que fue una bella historia de amor. La historia de un Padre del Cielo que acompañó a un frágil bebé desde el minuto en que fue creado... acompañándole a través de una vida llena de dolor, desgarro y sufrimiento, sin jamás abandonarlo ni dejarlo de lado. Descansamos sabiendo que Chase fue siempre acompañado. Siempre fue querido.

Luchó con valentía por su vida... dos veces, desafiando los pronósticos médicos que aseguraban que no sobreviviría otro día más. Pero, al final, no pudo luchar más. Y ahora sabemos que está descansando. Su descanso es nuestro lamento... duele dejarlo marchar. Pero sabemos que nuestras lágrimas son gotas en Su corriente; y nos sentimos reconfortados por el Padre que nos anima a seguir luchando valientemente por la memoria de Chase y todos los demás que le seguirán.

Dios es Verdad y es fiel. Él llora las pérdidas de este mundo y los sufrimientos injustos en su Creación. Pero nada es en vano. Chase no fue una insignificancia. Su vida ha sido corta, pero el Padre la ha llenado de sentido. Nunca sabremos el impacto que la vida de Chase ha tenido en las personas que le han conocido y han cuidado de él, pero sabemos que supo transmitir la amplitud, altura y profundidad del amor de su Padre. Lo sabemos, porque su corta vida nos ayudó a adentrarnos un poco más profundamente en el amor de Dios.